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viernes, diciembre 23, 2005

Cuartos quintos

zapeado por zama


No hay quien lo dude: la lotería de navidad es una estupidez. He de confesar que de pequeño me molaba levantarme temprano el 22 de diciembre para ver la revisión de las tiras, el llenado de los bombos, el canto de la primera bola, seguir todo el sorteo y apuntar los premios gordos (cuando no las pedreas). Incluso pensé en dedicarme profesionalmente a ser niño de San Ildefonso, a pesar de los pantalones cortos y las chaquetas con botones dorados. Pero obviamente, la insensatez infantil tiene un límite.

Ahora, en una edad preocupantemente cercana (o más bien rayana) a la adultez, no pienso ni por asomo en tragarme un sorteo. Lo primero porque en mis obligaciones contractuales no consta nada al respecto de escaquearse el 22 de diciembre y lo segundo porque me lo sé de memoria.

Siempre parece que faltan unos números antes de volcarlos a los bombos y se retrasa el sorteo; a mitad de la 5ª tabla se cae una bola y la niña tiene que perseguirla por todo el salón de sorteos (la captura siempre es contestada con una ovación del público); los niños que cantan el gordo lo repiten entre bambalinas una y otra vez ante las radios y televisiones de toda España y se vuelven famosos durante 5 minutos; los mismos frikis vestidos con décimos y lucecitas son entrevistados año sí y año también; las retransmisiones en directo son amenizadas con curiosidades numéricas: el número en el que más veces ha acabado el gordo es el 5, la administración 23 de Móstoles dio dos años seguidos un segundo premio y este año Sort ha recibido la visita de 2 millones de ignorantes que creen que por comprar un décimo allí les va a tocar fijo fijo.

Pero bueno, si somos un animal de costumbres en Navidad esto se multiplica por mil. 9 días después del sorteo tenemos otro gran evento patrio: las campanadas.

¿Todo el mundo sabe como va, verdad? La bola, los cuatro cuartos que son dobles y 12 campanadas. ¿Por qué tenemos que pagar el error que tuvo un año Marisa Naranjo y que provocó que nos quedaramos todos con 4 uvas en la mano y 2 palmos de narices? ¿Por qué todos los años nos explican lo mismo como si fuesemos gilipollas?

Sobrevivan como puedan. Felices fiestas.

miércoles, diciembre 21, 2005

Con ustedes... Pepe Colubi II

zapeado por zaperu


Aquí fusilo la entrevista publicada hoy por "La Nueva España" (vaya nombre chungo para un periódico) a Pepe Colubi, mente preclara y analizadora del panorama televisivo patrio (¿tenemos patria?, ¿qué fue de ¡España!?). La versión impresa es un poco más extensa, pero creo que este amplio fragmento es revelador de a lo que nos enfrentamos.

El escritor y periodista asturiano Pepe Colubi acaba de publicar «Planeta rosa», su quinto libro, en el que desmenuza a conciencia la casposa fauna de los famosos y cotillas que pueblan la parrilla televisiva. Colubi presentará el libro hoy (a las 20.00 horas) en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. No se esperan famosos en el acto porque el autor y su madre, Carmen Cosmen, maestra de ceremonias, ya han advertido de que no servirán vino español ni un triste canapé.

¿Ya ha mandado el pésame a la familia de Papuchi?
Papuchi siempre estará entre nosotros. Quiero pensar que se ha ido, pero a McLaren.

Por fin, un tipo simpático entre tanta mugre.
Sí, a todo el mundo nos caía bien. Con el apoyo tangencial de Latre se convirtió en carne de coletilla («rrraroo, rrraroo»), que es lo mejor que le puede pasar a un personaje para ser famoso.

¿La caspa es un fenómeno exclusivo de la tele española?
Juan Cueto dice que el caso español es excepcional. Y tiene que ser así si tiene en cuenta que el «Hola» es un elemento español que luego abrió franquicias en Europa. Más ejemplos: España es el único país que tiene siete ediciones de «Gran hermano», un gran generador de personajes de usar y tirar para el mundo del corazón porque hay muchísimo contenido que rellenar.

¿Los españoles somos los más cotillas del mundo?
Es un tópico pero es verdad. En España hay una sociabilidad que no existe en otros sitios. Mientras Europa duerme, España cena. A nosotros nos gusta comentar, ver y cotillear.

¿Y eso justifica esta tele?
No. La explicación para tanta caspa es que hay muchos contenidos que llenar y el corazón resulta barato. Media hora de «Gran hermano» cuesta muchísimo menos que media hora de ficción, y además provee de relleno a otros programas durante el resto del día.

¿Tenemos la tele que nos merecemos?
Tenemos la tele que deciden los programadores. Hace poco retiraron por la cara un programa llamado «Plan C», con un 20 por ciento de audiencia, y mantienen el de María Teresa Campos, con un 15 por ciento. La audiencia no tiene la culpa del corazón en la parrilla.

¿Vislumbra cambios?
Sí. Soy optimista porque ya hemos tocado fondo. «A tu lado», que es el peor programa de todos, ha empezado a perder audiencia y ha decidido renovar contenidos. Ha aumentado la oferta general de las televisiones y empiezan a aparecer otros modelos de hacer televisión que van a permitir que el público elija. Lo de Sardá en «Crónicas marcianas» fue excepcional. Estuvo siete años sin competencia. Eso es algo impensable en cualquier otro sitio. Ahora ya hay más alternativas: Buenafuente, Eva Hache... Se impone una manera distinta de ver la tele.

¿El corazón se agota?
Las audiencias empiezan a cansarse de retales y de «freaks». Hace cinco años, nadie habría pensado que «Tómbola» iba a morir de inanición o aburrimiento. El modelo se agota y toda esta gente tendrá que ir pensando en buscar un trabajo, porque sería triste que a los 70 años Lequio nos vendiera un desnudo integral.

¿Cuándo nació la criatura?
El boom surgió con «Crónicas marcianas», cuya transgresión estaba bien para su horario. Pero al sacar ese modelo de ahí y meterlo en otros horarios y con un tono fuera de lugar, la tele se convirtió en un chapapote rosa.

¿A los programadores les mata la falta de originalidad?
Sí, pero el mimetismo es una lacra general. Triunfa «Aquí no hay quien viva» y sale «A tortas con la vida». ¿Es el momento de los concursos? Todos a hacer concursos. -Lidia Lozano, Mariñas, Karmele Marchante...

¿Esos señores hacen periodismo?
No. Uno de los mejores «marketings» del corazón ha sido apropiarse de la terminología periodística para atribuirse cierta trascendencia: fuentes contrastadas, exclusiva, noticia... Todo es mentira. De mano dicen «prensa rosa». Ésa es la primera trampa, porque no es prensa. Luego llaman reportaje de investigación a unas fotos de Miguel Temprano espiando a Ana Obregón. Que Victoria Beckham insulte a Ana Obregón no es noticia. Es un chascarrillo, entretenimiento, pero no es periodismo.

¿Qué son esos señores?
Cotillas remunerados. Son tan necesarios como los famosetes. Malena Gracia y Karmele Marchante están al mismo nivel. Las dos están en el circo y la audiencia está fuera.
Hay un caso sangrante, el de la hija de Albano, que demuestra que la mentira cotiza al alza en este microcosmos.
La mentira es necesaria. Es parte básica del espectáculo. ¿Cuántas veces salen imágenes de un famoso en un aeropuerto que no quiere hablar? Esas imágenes son la excusa perfecta para abordar un asunto. Como el famoso no quiere hablar, se alimenta un rumor y adelante.

En fin amiguetes, como decía en otro post, en Axturias, tenemos más que chigreros y pilotos de autos locos. El señor Colubi es un claro exponente. Que los Reyes Magos os traigan muchas cosas guapas y salud para todos/as en el año que se nos viene encima.

Poltergeist

zapeado por zaperu


Nunca había visto un capítulo completo de Los Serrano. Alguna vez lo había intentado, pero no me fue posible aguantar más de cinco minutos. Me pasaba lo mismo con Médico de Familia, Ana y los Siete, Mis Adorables Vecinos y un largo etcétera de populares series. Ayer por fin lo conseguí, bueno, más bien no tuve otro remedio. Con Rocío Jurado en la Primera, debate sobre deportistas yonkis en La 2 y otra miniserie de dos macrocapítulos en Antena 3 (de la que no había visto la primera parte), la única opción eran Los Serrano. Sí, ya sé que podría haber apagado la tele y ponerme a leer un libro, pero de igual modo que a mí un Cola Cao, un zumo y pan con mermelada sólo me apetecen a las ocho de la mañana de desayuno, a las diez de la noche lo que me apetece es un poco de tele.

Desafortunadamente Los Serrano no son Los Soprano. No creo que sea un problema de actores. El mismo Antonio Resines que conmueve en películas como La Buena Estrella, parece un irritante histrión en su papel de patriarca Serrano. Pienso más bien que la historia es simplemente una estupidez.

En el capítulo de ayer, con el que comenzaba la nosecuantas temporada, los personajes de Resines y Belén Rueda se han separado, dos de sus hijos que al parecer se habían casado (entre ellos) también se han separado. Así Verónica Sánchez, a la que le han salido otros curros más interesantes, deja la serie, y Fran Perea sigue en su papel, aunque los guionistas ya no le hacen ir al instituto.
Lucía, el personaje de Belén Rueda, se quiere ir a Barcelona y a mitad de curso consigue el traslado sin ningún problema. Al final del capítulo se arrepiente y consigue mantener su puesto también sin problema. No sé como con la que está cayendo a cuenta del Estatut, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, permite que una de sus docentes se vaya tan fácilmente a trabajar con esos antiespañoles. Para colmo montan una sonrojante fiesta de despedida a Lucía en la que confraternizan profesores y alumnos de ese imposible instituto.

En otra ridícula trama, Fran Perea le pega unos achuchones a la novia de Alejo Sauras (este sigue yendo al instituto) para evitar que la pobre muchacha se entere de las infidelidades de su novio. En las explicaciones posteriores el supuesto cantante y actor Perea tiene los huevos de usar la famosa “... una explicación os debo y esa explicación que os debo os la voy a dar...” pronunciada por Pepe Isbert en “Bienvenido Mr Marshall”. No quedan ahí los supuestos homenajes cinematográficos del capítulo. Los guionistas no recurren sólo a los clásicos españoles. También tiran de un clásico del terror como es “El Resplandor”. Resines, haciendo de Shelley Duvall, recibe el ataque de un Jack Nicholson matarife de gorrinos y novio de la aldeana a la que se acaba de beneficiar.

Ya se que las series de televisión suelen tener unas tramas imposibles, pero no es lo mismo imposibles que ridículas. Además los actores y actrices de la serie no voy a decir que sean malos, pues a muchos de ellos los he visto en trabajos destacados o cuando menos dignos, pero ciertamente en Los Serrano no están dando lo mejor de si mismos.
Así que me gustaría que alguien, quizás un especialista en fenómenos paranormales, me explicase el éxito de esta serie.

PD. A continuación Tele5 programó una nueva entrega de “Diario de...” en la que Mercedes Milá, erigida una vez más en azote de los malotes que por el mundo hay, mete caña a la secta Dejar de Sufrir. Pa’ echarse a temblar.

lunes, diciembre 19, 2005

Navidades catódicas

zapeado por zaperu


Un año más, es lamentablemente inevitable, tenemos encima la Navidad. Desde que era sólo un tierno infante, allá por los lejanos años 70 esta festividad ha cambiado mucho.

Antes empezaba con el sorteo de la loteria (ochomilquieeentooscuarentaydooos ... veinticincomiiilpesetaaas); ahora cuando manda El Corte Inglés, como la primavera. En aquellos tiempos sólo había turrón del duro y del blando; ahora la lista de variedades es infinita. El Papá Noel setentero era poco más que un señor gordo que salía en las pelis; ahora tenemos uno colgado en casi cada ventana, que en algunos casos no sabes si es un muñeco o un caco trepador que va a limpiar alguna casa, y cada niño recibe doble ración de regalos.

Lo único que no ha cambiado en estas tres décadas son los contenidos de las televisiones. Antes sólo había una, ahora hay un ciento, pero todas ponen lo mismo: interminables galas musicales (TVE ve a poner un homenaje a Rocío Jurado que miedo me dá, sólo la promoción de semejante cosa da más grima que los vómitos de la niña de El Exorcista), supuestos programas de risas, ñoñas pelis navideñas (ayer por la tarde ya cayeron dos) y resúmenes informativos del año. En los informativos hay que añadir el monográfico que el día de la lotería le dedican a los suertudos que les ha tocado, que ya son ganas de joder, uno en casa rabiando porque no le ha tocado ni "lo puesto" y por la tele viendo todo el día el jolgorio de los que se han llevado una pasta.

¡Y los anuncios navideños!. La publicidad en televisión, al igual que las horas de luz diarias de las que disfrutamos, depende de la posición de la Tierra en su órbita alrededor del Sol. Poco antes del equinoccio de primavera, el Corte Inglés nos anuncia que la primavera ya está aquí, comienzan los anuncios de productos adelgazantes, de lugares de vacaciones y las cortinillas de continuidad de las cadenas se llenan de flores y colorines. Con el solsticio de verano nos abruman con los bronceadores, las cervezas y el Caribe 2010. Cuando el Corte Inglés manda volver al cole, los fascículos y coleccionables más variopintos y surrealistas llenan los tiempos publicitarios. Y, en estos últimos tiempos, cuando todavía no ha comenzado Diciembre, empiezan a bombardearnos con los anuncios típicamente navideños, entre los que últimamente se han colado los de los planes de pensiones con los que la gente intenta escaquear impuestos a última hora, sin darse cuenta que el dinero que no le dan a Solbes se lo van a llevar Botín y sus compinches.

Pero bueno, era de los anuncios navideños de lo que yo quería hablar.
Los tenemos gastronómicos: En los de turrones la imaginación de los publicistas brilla por su ausencia. El Almendro lleva volviendo a casa por Navidad desde que existe la tele, la cancioncilla de Antiu Xixona hace honor al nombre de la marca y 1880 sigue siendo el turrón más caro del mundo (siempre me he preguntado cómo puede funcionar un slogan que afirma que el producto es el más caro de todos). Dentro de las delicatessen propias de la Navidad tenemos a Rodolfo Langostino y para los que no llegamos a las angulas La Gula y como novedad las Anguriñas (aquí sí que los publicistas se han currado los nombres)
Los hay, por supuesto, de cavas, donde Freixenet se gasta una pasta para hacer una horterada con pareja famosa y Codorniu año tras año supera su nivel de cursilería.
Tenemos los anuncios corporativos, con los que las grandes empresas nos felicitan las fiestas de la manera más empalagosa posible. Estupendos ejemplos de este tipo de promociones son los últimos y primeros anuncios del año.
Y por supuesto, los anuncios de juguetes, donde uno puede apreciar cómo ha ido cambiando la sociedad. Hay cosas inmutables, como que las niñas juegan con muñecas que hacen pis y caca y los niños con muñecos que se dan de hostias entre ellos. Otras van cambiando, afortunadamente. Qué fue de aquellos coches con cable de Rico, el mercedes, el fórmula 1, el autobús,... Veo los coches teledirigidos actuales y me muero de envidia. O los supermodernísimos complementos de las Bratz, que hacen palidecer a la antigua de Barbie.
Hay juguetes que a pesar de su simplicidad y de varias absorciones empresariales siguen ahí, como el ya mítico Tragabolas que empezó siendo de Brecar, para pasar a ser distribuido por MB y últimamente por Giocci Preciosi, Falomir, o sabedios que empresa. Caso similar es el de Quien es quien, que ahora aparece con los caretos de los protagonistas actualizados.
Y, por encima de todos... la videoconsolas. A mi me han pillado un poco tarde, pero viendo los juegos que hacen para estos cacharros, un año de estos me pido una a los Reyes Magos.
¡Feliz Navidad!

viernes, diciembre 16, 2005

4400 x A3 = 0

zapeado por zama


Cualquier programa medianamente atractivo que vayan a estrenar en la tele, pierde automáticamente 5 puntos de interés en la escala de Zama si va a ser en Antena 3. Esto, que parece un mero prejuicio, es efectivamente un prejuicio, pero no tan mero. Se debe a la experiencia acumulada y a los cientos de kilotones de radiaciones recibidas desde mi tele.

Por ejemplo, últimamente me ha pasado esto con "Los 4400". Explico a continuación una serie de hechos objetivos para justificar mi prejucio hacia A3:

Hecho 1. "Los 4400" es una miniserie de 4 capítulos de 90 minutos que A3 transformó en microserie de 2 macrocapítulos de 3 horas. Supongo que un programador con más pelo que cerebro pensó que emitiendo la serie a lo largo de las 4 semanas de un mes podía perder el efecto sorpresa. Así, con un bombardeo por saturación en dos días, consiguieron una media de 5 millones de espectadores. Pues mira que bien, gracias a este hecho 5 millones de trabajadores han soportado dos centímetros más de ojeras en sus rostros, cientos de miles de horas de retraso en la llegada al curro y un aumento exponencial en el consumo de café y otros estupefacientes revitalizantes.

Hecho 2. Los anuncios de promoción de la serie, con los que nos estuvieron bombardeando durante semanas, era narrados por esa fantástica voz en off que tienen, que todo lo que toca lo transforma en lamentable. Entre que el título de la serie es basante patético y esa voz de opereta, parecía el spot de un número de información telefónica más que de una serie de ficción.

Hecho 3. Las interrupciones por anuncios durante la serie (por fortuna no demasiadas) empezaban con el careto del King Kong de los años 70 desnudando un logo de A3. Ya es rastrero aprovechar el tirón de la nueva versión del mono gigante para programar la menos intersante de las versiones. Ya es patético adaptar anuncios para que aparezca tu logo en vez de la protagonista femenina. Pero es que encima nos privan de lo único bueno de la peli: Jessica Lange desnudada por un mono de 20 metros.

Hecho 4, subapartado del hecho 3. Lo de adaptar secuencias de pelis y series a tu conveniencia para meterle un aspecto corporativo de la cadena, por ejemplo el logo, es insultante. Me importa menos cuando lo hacen con King Kong, pero no paso por cuando obligan a Bart Simpson a escribir en la pizarra y cantar "Quien es ese hombre". Matt Groening debería morirse para poder revolverse en su tumba.

Hecho 5: "El diario de Patricia", Carlos Sobera, "El gran test", "La isla/selva/jungla/casa/granja de los famosos" (por cierto, participar en este consurso es el paso previo a la semi-indigencia, lo he comprobado con mis propios ojos), Terelu, JJ Santos, "Pasión de gavilanes".

Y es que a Antena3 le pasa como a la Leche Pascual. Su imagen, su logo, sus anuncios, en resumen, su marca y su empresa, tienen de target un público en el que no encajo. Como en todo hay excepciones. Pero la conclusión es que si emitieran en todas las cadenas programas idénticos jamás vería A3. Por ejemplo, el mensaje del rey seguro que me gusta aun menos en la cadena tricolor que en Tele5.

¿Y con respecto a "Los 4400"? Trataron de engañanarnos diciendo que era una miniserie (que no lo es, ya están haciendo la segunda temporada), quiere parecerse a "Perdidos" y contiene en los 20 primeros minutos la presentación más atropellada de la historia:

- Presenta a 10 personajes principales en distintas ubicaciones temporales
- Cuenta el descubrimiento de un cometa, su desviación y inminente impacto con la Tierra
- Habla de las reacciones de los distintos gobiernos con el consiguiente lanzamiento de misiles
- Muestra el aterrizaje del cometa con 4400 desaparecidos
- Ofrece el reencuentro de estos con sus familiares
- Y apunta algunas tramas menores

A pesar de todo esto, la serie es entretenida. Sin más. Y encima en Antena 3.

martes, diciembre 13, 2005

El tercero en discordia

zapeado por zama


Ya hablamos en su día sobre dos programas de cocina, el de Arguiñano y José Andrés, con un resultado en el enfrentamiento algo exiguo a favor del primero. Si hoy hiciese de nuevo esa crítica y tras haberle dado nuevas oportunidades al perdedor de J.A., la victoria hubiese sido aplastante a favor del vasco. No aguanto al cocinero de la primera, ni su coletilla de "oye", ni sus meneos de brazos, ni sus invitados, ni sus macetas con hierbas, ni su fregadero transparente. No le doy ninguna estrella tvzap a su restaurante catódico.

Pero ese no es el tema. Con la nueva cadena cuatro (lo siento zaperu) surge un nuevo cocinero, Darío, más conocido como el chef de "Todos contra el chef". La mecánica del concurso gastronómico consiste en que un anónimo reta al chef con una receta. Por ejemplo, berenjenas rellenas. El concursante las hace a su manera, el chef a la suya, mi novia hace un pupurri de ambas y yo me las como. Independientemente de quien gane, yo siempre salgo triunfador y un poco más gordo.

El programa comienza haciendo la compra, y eso es algo que se agradece. Vemos que cocinan cosas normales, no como el programa de José Andrés, donde no tiene escrúpulos en hacer un plato con wasabi que le acaban de enviar desde Washington. Aquí los ingredientes son los de toda la vida y comprados en mercados de barrio.

El formato, mezclando concurso con cocina, hace que tenga la emoción por conocer al ganador. Al final de la cocción/horneado, los platos se ofrecen de manera anónima a un grupo de degustadores que se ponen hasta las trancas con los televisivos guisos y votan por su favorito.

Mientras lo están comiendo, hablan de lo que les parece, cosa que es de muy mala educación porque les obliga a hacerlo con la boca llena. El cocinero del plato que critican se defiende entre bambalinas. Las excusas del chef Darío son casi siempre pueriles: si dicen que está picante dice que la pimienta es lo que le da el toque de originalidad; si dicen que la patata está dura dice que pretendía hacerla un poco tersa para que contrastara con la salsa; si dicen que el sabor es una mierda y que prefieren chupar dagas ardientes, dice que el gusto a mierda es lo que mejor le va a las croquetas de bacalao. En fin, que a este tío no hay por donde pillarle.

Casi siempre gana el chef, lo que hace que el aspirante se lleve una cuchara de madera de proporciones divertidas. En el caso de ganar el consursante, el premio es un juego de cuchillos profesionales. Parece que los premios en cuatro los patrocina Carpanta.

Al final, chef y concursante se sientan a comer el plato del contario, mientras se elogian mutuamente con un alto grado de peloteo: "esto está buenísimo", "me recuerda a como lo hace mi madre", "te voy a copiar la receta para mi restaurante". Si en la tele no fuera todo mentira, albergaría la esperanza de que algún día se dijeran "menuda mierda", "esto no hay dios quien se lo coma", "ni mi perro se tragaría esto". Pero no, siempre son políticamente correctos. Cobardes...

miércoles, diciembre 07, 2005

Yo soy ese

zapeado por zama


El programa con el título más largo de la parrilla actual es "Soy el que más sabe de televisión del mundo" (cuatro, sábados y domingos, 15:30). Podríamos definirlo como concurso pescadilla, ya que versa sobre el medio en el que se inscribe: la tele.

Cuatro concursantes ganadores de la edición anterior son retados por otros tantos nuevos en pruebas sobre jingles y esloganes publicitarios, secuencias míticas ("yohevenidoaquíahablardemilibro" por ejemplo), identificación de sintonías de programas antiguos y alguna que otra prueba del mismo palo. Los regalos son auténticas rarezas frikis vinculadas al mundo televisivo (un album de cromos completo de "Comando G", un disco de Leticia Sabater, un muñeco de Fry de "Futurama", etc).

Aunque contento de que cuatro tenga afición a mirarse el ombligo catódico (en "Channel nº4" tienen una mesa redonda dedicada al mundo de la tele donde aparece de vez en cuando el grandísimo Pepe Colubi), el programa está infraexplotado. Parece que hay cierto temor a hacer de un concurso sobre tele algo realmente cultural, porque existe la falsa idea que la tele no es cultura. Pues desde aquí rompo una lanza a favor de la tele y la cultura que transmite. Y si se quiere hacer un concurso decente, no debería de ser sobre meras sintonías y spots (que también), sino sobre temas de calado y que demuestren el verdadero conocimiento de la peña:

- ¿Sobre qué trató el debate de "En debate"? Conclusiones destacadas.
- ¿Cuántos cigarrillos fumó Garcí en el penúltimo "Qué grande es el cine"? ¿De qué marca?
- Estulticias de Belén Esteban. 3 ejemplos.
- Listado de presentadores de "Telediario-1", desde Pepe Navarro hasta la actualidad.
- Programas de humor de la franja nocturna. Limítese a 200.

Me gustan las obras que en su nombre resumen el contenido. Como decían en "Los Simpson", hay dos cosas que están mal en el título de "El almuerzo desnudo". Pues bien, hay una cosa que está mal en el título "Soy el que más sabe de televisión del mundo", y es que con las preguntas que realiza a lo más que pueden aspirar es a encontrar al tío que mejor sepa tararear los jingles de su infancia, no al que más sabe de tele. Y eso no es justo.

En cualquier caso, el programa entretiene. Nico Abad (ex de "La hora wiki") presentó el programa en su inauguración como la única alternativa televisiva de los fines de semana, ya que el resto de cadenas, a esa hora, programa telefilmes. Más razón que un santo.

Además de las preguntas, respuestas y premios estúpidos, también hay espacio para la crítica televisiva. Una serie de expertos y anónimos televidentes hablan sobre espacios concretos. Es como una copia de este blog pero en formato audiovisual y cobrando. Exijo mis honorarios. Y mi muñeco de Fry. Yo soy el que buscan, yo soy el que más sabe de televisión del mundo.

lunes, diciembre 05, 2005

Te puede pasar a tí

zapeado por zama


Si al enceder la tele, ve a un presentador/a situado frente a una serie de personas anónimas que cuentan cosas sobre su vida personal, está viendo un talk show.

En España el primer talk show de pura cepa que se vio en ámbito nacional fue "El programa de Ana", que como su propio nombre indica, era presentado por Ana (García Lozano). Nunca olvidaré aquellas tardes erráticas de verano (por no definirlas de otra manera más concreta) en las que me aficioné a los chafardeos de gente desconocida.

Me rebota en la cabeza la intervención de una maruja con ganas de figurar y su traje recién comprado en elcortinglés. Contando los problemas de una familia difusa (por no definirla de otra manera más concreta), comentó que su niño estaba yendo al psiquiatra porque de pequeño se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza.

Mis risas todavía resuenan en el universo junto al eco del big bang primigenio.

Obviamente, el formato no era nuevo. Ana (García Lozano, la del programa de) lo había hecho ya en Telemadrid y era un calco de los cientos de programas similares que desde hace años, muchos años, existen en EEUU.

Desde entonces ha habido muchos clones de Anas en la parrilla nacional. Alicia Senovilla, Oscar Martínez, Patricia (la del diario de)... todos iguales. Gente desconocida cuenta que su marido le pega, o que se novio le engaña, o que su mujer juega al bingo, o que su amante se ha liado con una prima suya, a la cual ha dejado embarazada de gemelos, pero que está dispuesta a perdonarlo siempre y cuando a la prima no la vuelva a ver. Temas de interés social.

¿Por qué lo hace la gente? Pues a saber, por ganas de salir en la tele, porque necesitan pelas, porque es mucho más barato que un psicólogo (o que un psiquiatra, en el caso de golpes fuertes en la cabeza), porque de verdad se creen que la tele es un servicio público... en fin, la mente humana es compleja y no es este el objetivo del post.

Lo que de verdad me interesa es presentar a los talk show como un enemigo a batir. Y aquí es donde surje Jenny Jones.

Jenny Jones, no confundir con Jimbo Jones (secundario gamberro de Los Simpson, compañero de Nelson y Kerney), era una presentadora de talk show americano ("El show de Jenny Jones", ni en esto Ana, la del programa de, era original).

En su programa, que como todo en EEUU es más bestia de lo que aquí podemos imaginar, dedicaron un día de 1995 a "Estoy colado por alguien muy cercano, él no lo sabe y se lo quiero decir en la tele a nivel nacional". Con estas, llevaron engañado a un tio al que le dijeron que se le iba a declarar una compañera de trabajo. Cuando llegó a plató, con unos cuantos millones de personas viéndole en directo, quien se declaró fue su vecino, obviamente homosexual. Tras ponerse más colorado que un pimiento morrón y exclamar "what a shame", declinó cortesmente a su pretendiente.

Pero dos días después compró una escopeta, fue a su casa y le metió dos tiros en el pecho.

En el posterior juicio, Jenny Jones fue llamada a declarar para ver la responsabilidad del programa en el caso. Y se destaparon prácticas habituales en éste y otros muchos espacios similares: emborrachar a los invitados para que estuvieran más soeces y dispuestos a entrar en discusiones, azuzarles durante las pausas diciéndoles que si no dan más espectáculo no cobran, y otras lindezas.

¿Acaso fue este el punto de inflexión para eliminar los talk shows de parilla? Ni de coña. Jenny Jones aguantó hasta el 2003 y aparecieron más de los que había antes. Quizás tentando a la suerte de que hubiera otro crimen y las audiencias se dispararan.

¿Pretende Antena 3 lo mismo con su execrable "El diario de Patricia"? Porque yo me pongo colorado y siento verguenza ajena cada vez que aparece en mi pantalla. Lo mismo cojo un día, compro una escopeta y le meto un par de tiros a alguien en el pecho. Todo sea por la audiencia.