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miércoles, noviembre 29, 2006

Que bueno que volviste

zapeado por zama


Ya lo decía Vincent en Pulp Fiction, lo destacable son las pequeñas diferencias. Así, tanto para comparar el remake de una peli con su original, las ofertas de un supermercado con las de otro o para enfrentar a dos países y sus respectivas sociedades, como son Argentina y España, lo divertido no es enunciar lo que comparten sino los pequeños detalles que hacen que se alejen. Sin contar el oceáno, claro está.

Así pues, no es que en Argentina los semáforos estén después del cruce y que girar a la izquierda sea una tarea de pioneros, no es que los peatones se jueguen la vida en cada paso debido a la ausencia del criterio de respeto hacia los humanos paseantes, no es que haya cientos, miles, millones de taxis y que siempre haya uno disponible aunque estés en la zona más recóndita de la ciudad, no es que los coches estén obligados a llevar las luces de día y de noche y que ninguno haga uso de ellas ni de día ni de noche, no es que los pocos que usen las luces las lleven verdes como si fueran gatos.

No es que a pesar de hablar el mismo idioma los términos gastronómicos no se parezcan ni lo más mínimo. No es que a las fresas las llamen frutillas, ni que al maiz se refieran como choclo, ni al pavo como pavita, a las empanadillas empanadas y a las empanadas pastel gallego. No es que los crepes o frixuelos sean panqueques. No es que la pasta se designe invariablamente en italiano, que a las vacas las despiecen en formatos inimaginables, ahora bifé de chorizo, ahora baby beef, ahora te traigo vacío, marchando una tira de asado (que está hecha a la parrila). No es que tengan un espectro de guarniciones tan amplio como la Pampa.

No es que tomen mate como quien respira, no es que los bancos estén vallados como cárceles desde el último corralito, no es que la casa rosada tenga una verja de protección a 20 metros, no es que se besen siempre todos con todos en todas ocasiones cuando se ven y cuando se despiden, no es que brinden en cualquier comida, no es que las fachadas se esfuercen en ver quien tiene los anuncios más grandes en una absurda competición de fealdad, no es que todos tengan claro que dentro de 4 años les toca otra crisis.

No es que a las chicas se les llame minas y a los chicos pibes, no es que los autobuses sean colectivos y los líos quilombos. No es que se use el gerundio para todo y que si dices coger oirás risitas. No es que en la capital vivan 18 millones de personas y todas parezcan caminar a la vez por la calle Florida. No es que las manzanas sean cuadras y estas tengan invariablemente 100 números, no es que las parcelas midan todas 8,66 metros, no es que las aceras sean responsabilidad de la comunidad de vecinos y cada uno pone la que le da la gana, no es que los árboles no sean podados y entren por los balcones de las casas, no es que los parquímetros anuncien que deben ser abonados con monedas de curso legal.

No es que les guste el polo ni que bailen tango por la calle. No es que compartan en menos de 20 metros zonas de lujo y opulencia con barriadas de chavolas.

Lo realmente destacable, lo que marca la diferencia entre España y Argentina es, sin duda alguna, la tele. Son los 80 canales que cualquier habitante tiene, es la ausencia de cadenas generalistas como aquí las conocemos, se trata de la abundancia de temáticos de fútbol, de pelis y series en versión original, de noticias, de música, de realities. Lo que varía de un sitio a otro es la oferta tan amplia, imposible de abordar en una semana. Tan imposible como tratar de conocer Argentina en tan poco tiempo. Aun con estas, he podido llegar a una conclusión, higlight de todo el discurso y que me hará replantearme mis viajes al extranjero:

Los Simpson en sudamérica no tienen ni la mitad de gracia. La demostración, como no podía ser de otra manera, está en las pequeñas diferencias. Por ejemplo, la mítica frase de Bart "Yo no he sido" la transforman en un simplón "Yo no fui". Serán boludos.

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viernes, noviembre 17, 2006

Para domar a las fieras

zapeado por zaperu


La 2 estrenó hace unas semanas Leonart (de lunes a viernes a las 19:00) con el que intenta acercar la ciencia a los más jóvenes, explicando los conceptos básicos de la ciencia y poniéndolos en práctica mediante sencillos experimentos.
Desde su laboratorio Leo nos va contando, con ayuda de su mayordomo–androide Watson y de su ordenador Sofía Q (que podría ser la novia de HAL 9000), la lección del día. Es ameno y la historieta en la que envuelven lo que hay que aprender está bien interpretada. ¡Un aplauso para los tres actores!.
También tiene su parte de manualidades con Donna Lisa donde se invita a los chavales a la participación enviando fotos de sus trabajos para el museo del programa. Además de cultivar el cerebro hay que aprender a utilizar las manos. ¡Otro aplauso para Donna Lisa!.
Este programa me recordó 3, 2, 1...contacto que contribuyó a amueblar la cabeza de los niños y adolescentes de los primeros 80. Y a Sonia Martínez, su más famosa y desgraciada presentadora que cayó víctima de los excesos. Una más de la larga lista de muertos de fama.

También en la 2, pero a las 20:00, están reponiendo Blossom. En un capítulo, Blossom y su padre Nick Russo ironizan sobre una serie de TV en la que los miembros de una familia se cuentan sus problemas y se ayudan a resolverlos. ¡En sólo 20 minutos!. Mil veces mejor esta serie sobre adolescentes que los varios clones de Rebelde Way, llenos de hormonas y estupideces.
Otras reposiciones que merecen la pena se ven en la autonómica TPA. La auténtica Matrimonio con hijos, con los Bundy originales y que a pesar de los años siguen siendo más cañeros que los Camacho nacionales, y la mítica Get Smart! con Maxwell Smart, el superagente 86, haciendo de las suyas junto a la sexy 99. Son las mismas torpezas de siempre, pero a mí me siguen haciendo gracia.

Espero que algún canal (a poder ser de uno que se vea en mi tele) se compre en un saldo unas temporadas de M.A.S.H. y las programe en un horario razonable. Así podremos zanjar una cuestión que ha estado turbando la razón de teleadictos varios el último año. ¿Cuál es el médico más cínico y cáustico de la tele? El superexitoso Dr. House o el añorado Hawkeye (Alan Alda) y su tropa de médicos en la guerra de Corea.

Deberes para el fin de semana: Levantarse tempranito para ver en Cuatro unos capítulos de Galactica.

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martes, noviembre 14, 2006

Y dos huevos duros

zapeado por zama


La guerra de las metapreferencias, frente abierto por placebo tiempo atrás, trataba de algo así como que una cosa son tus gustos y otra cosa lo que te gustaría que te gustara. En aquella batalla se hablaba de Gran Hermano, pero hoy el tema va de series. ¿Me gusta "Prison break" o me gustaría que me gustara? Pues el otro día mientras planchaba llegué a la siguiente conclusión: me gustaría que me gustara más. Es decir, "Prison break" es mi metapreferencia preferida. Pero le encuentro peros.

¿Y cuál es el principal de estos? Pues que la serie comenzó de una manera tan intensa que difícilmente podía seguir el ritmo, y así lo confirmo cuando llevo vista casi la mitad de la primera temporada. Que nadie se lleve a engaño, le da mil vueltas a muchas otras series y programas. Es mi actual primera opción de descarga tras "Perdidos". Pero para que se hagan una idea de lo que quiero decir con el tema del ritmo, hagamos el ejercicio (casi imposible) de resumir el episodio piloto de "Prison Break". Aguanten la respiración y lean una pequeña sinopsis:

Un tío que se llama Michael se lía la manta a la cabeza (metafóricamente) y se tatúa el cuerpo entero (realmente). Entonces se va para casa (una mansión superpija) y se dedica a destrozar lo que parece un detallado trabajo de investigación que habría realizado durante años. Tras eso, va a atracar un banco con evidente desgana y es capturado por la policía. En el posterior juicio y a pesar de que su abogada (la cual se parece a la de las chicas Gilmore, pero que no lo es) le trata de convencer de que luche por su libertad, casi casi pide a la jueza que le envíen a la cárcel, a más poder a una de su elección (Fox River). Bendita casualidad que lo consigue, viva el sistema judicial americano. Mientras, la abogada Gilmore organiza su boda con su novio, lo cual y el cual no tienen nada que ver con todo lo hasta ahora contado.

Michael ingresa en prisión y hace buenas migas con su compañero de celda (Sucre o Sucker o Zucer), hasta el punto de ayudarle a pedir en matrimonio por carta a su novia, la cual no parece estar muy interesada en el asunto y apenas da señales de vida: ni contesta a las cartas ni le va a ver en los vis-a-vis (ni que fuera la Pantoja). Cuando caminan por el patio, el compañero de celda le presenta a la peña y como se organizan: esos son los negros, esos los blancos, estos se van a matar de un momento a otro. También le enseña a un mítico preso que tiene un gato y que una vez se tiró en paracaidas con un montón de dinero (el típico delito) y a otro que es el malo de Fargo y el nihilista de El Gran Lebowsky pero con unos cuantos kilos de más. Éste último es quien corta el bacalao a la hora de asignar un trabajo a los presos (viva el sistema penitenciario americano). Michael camina por el patio y va tirando figuras papirofléxicas por las alcantarillas y estudiando en detalle su recorrido por las cloacas (un hobby como otro cualquiera). También tira revistas (pero esto tiene un fin, no es una afición). Como un día investiguen las cloacas de las cárceles americanas va a aparecer allí hasta Luca Brasi jugando al mus.

En uno de los devenires por el patio ven al otro lado de una valla a un tío acurrucado, sobre el que el compañero de celda dice que se trata de un condenado a muerte. ¿Por qué? Pues por matar al hermano de la vicepresidenta (no dicen de qué, no hay tiempo, más madera, esto es la guerra). Michael le dice a su compañero que se trata de su hermano (se apellidan distinto, de lo que se concluye que no son univitelinos) y que le quiere ayudar a escapar de prisión. Entonces, tras un cortinilla un poco estresante, aparecen dos tíos en el mundo exterior a la carcel, parecidos a seguratas de discoteca, que están preocupados (sobre todo uno, que parece más ético que el otro, a pesar de tener claramente la constitución física de una persona con pocos principios, incluyendo el mentón prominente). El que parece el jefe de los dos, que de ahora en adelante llamaremos "el encargao", le quita hierro al asunto. ¿Cuál es el asunto? Pues que la ejecución del hermano de Michael no va todo lo rápido que ellos quisieran. Aquí dejan intuir que algo se cuece en la condena a muerte del hermanísimo, algo turbio. Ya sabeis como se hacen estas cosas, música de intriga (tchan, tchan), miradas sibilinas, etc. Por si acaso el encargao le dice al del mentón que vaya a visitar al cura (no aparece por ningún lado, pero existe) que es el que está moviendo el pastel para retrasar la ejecución (tranquilos, sólo queda la mitad del episodio).

Michael sigue su periplo en prisión y se da de bruces con un carcelero cabroncete que promete hacerle la vida imposible. Pero hete aquí que a su vez conoce al Papa, que no es más que el alcaide (que se apellida Pope) el cual está construyendo el Taj Mahal con palillos para su esposa (no es coña) y, claro, como Michael es arquitecto, le pide ayuda. Eso le viene que ni pintado al prota porque así ya tiene un enchufe guapo.

A todas estas (que ya son muchas pa 40 minutos), el malo de Fargo resulta que es un mafioso que está en la carcel porque un chivato llamado Fibonacci se fue de la lengua en su día. Y resulta que Michael, que es el tio más listo de la galaxia, sabe dónde está el individuo en cuestión (el de la mafia, no el de la sucesión). Ese conocimiento lo usa como moneda de intercambio con el de Fargo para conseguir un puesto de trabajo. De esta manera le implica también en la huida, ya que el de Fargo tiene ¡un helipuerto en las afueras! Viva el sistema aeronáutico americano.

Entonces la abogada Gilmore, que en su momento tuvo un affaire con el condenado a muerte, se entera de que el cura pastelero ha muerto en extrañas circunstancias. Cuando se lo cuentan pone los ojillos así como achatados, lo que quiere decir claramente que se huele algo oscuro en esa muerte. ¿Tendrá que ver el del mentón en el fallecimiento? (tchan, tchan). A todo esto, el hijo del condenado se mete en algún lio y la ex del pendiente de ejecución le manda a la cárcel para que su padre le reprenda (con toda la autoridad moral que suele tener un condenado a muerte). El hijo pasa de él como de la mismerrísima mierda y el ejectubale se pone mohíno. Entonces se va a la iglesia (de la cárcel) y allí se encuentra a su hermano, Michael. El hermano, sorprendido, pregunta que qué hace ahí y le contesta que para ayudarle a escapar. Después Michael se va a la enfermería y conoce a la médica, la cual, en el cúmulo de las coincidencias, resultaser la hija del gobernador que decidirá si ejecutan a su hermano. Michael pone ojos de aviesas intenciones hacia un desagüe de la enfermería e informa de que tiene diabetes, con lo que va a tener que acudir a ver a la médica habitualmente y ver si así dan salida a esa tensión sexual no resuelta.

Ya lo tenemos todo: un chico bueno, una abogada implicada sentimentalmente, un injustamente condenado a muerte hermano del chico bueno, unos conspiradores con influencias, una médica ligera de cascos, un alcaide con bigote, un guardián hijoputa, un compañero hispano, un nihilista, un helipuerto, cientos de hombres recluídos, miles de tramas abiertas y un objetivo: escaparse de la cárcel. ¿Y cómo lo van a hacer? Pues gracias a que los tatuajes que Michael tiene en el cuerpo representan los planos de la cárcel si los miras con los ojos achatados. ¿Cómo los ha conseguido? Pues porque durante la construcción de la cárcel estaba trabajando para una subcontrata de "Cerramientos y Prisiones, S.A." Viva el sistema laboral americano.

Arf, arf.

Y luego dicen que "Perdidos" es complicada.

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viernes, noviembre 10, 2006

TeleRealidad

zapeado por zaperu


La tele realidad se asoma a mi pantalla. Y lo que muestra son cosas espantosas.

En los telediarios, como si de un videojuego se tratase, los francotiradores israelíes juegan a pegarle tiros a los palestinos, y lo mismo les da que sean unos muchachos armados con piedras que un grupo de mujeres desarmadas. En la pantalla siguiente, cambian de arma y se pasan al más contundente carro de combate con el que no deben ser tan hábiles porque, tras errar el blanco por 500m, se llevan por delante a 18 civiles, entre ellos 8 peligrosos terroristas menores de edad. El gobierno israelí lamenta (pero no condena, ¿no os resulta familiar?) la acción sobre Beit Hanun y trata de justificarse afirmando que se trató de un fallo técnico:
– “Es que el sargento me dio las coordenadas en metros, pero como el carro de combate es americano las distancias las mide en yardas ... y claro, ¡me hice un lío con las unidades!” . Podría ser la explicación oficial.

Los informativos también hablan, cada uno arrimando el ascua a su sardina, de nuestros propios terroristas. Otegi y sus compinches siguen instalados en su Euskal Herria de las maravillas, mientras el PP sale cada día con una nueva barbaridad, como las declaraciones de Ignacio Astarloa del pasado jueves. Los delegados de los partidos en los medios de comunicación no dejan pasar una oportunidad de lanzarse los trastos a la cabeza. El miércoles en 59 segundos, después de una primera ronda de intervenciones sobre los resultados electorales en EE.UU. en la que todos estaban básicamente de acuerdo, Isabel San Sebastián no pudo con tanto buen rollo y se lanzó a pegarse con Eric Sopena sobre el 11M.

Volviendo a las elecciones americanas. Si una felación es motivo de impeachment, ¿no merecería uno George W. Bush por sus desatinos en Irak?.

En la telerealidad de mentira, los llamados reality show, también muestran cosas espantosas, como la versión que las triunfitas Mercedes, Saray y Lorena hicieron del clásico de los Rolling Stones "Jumpin’ Jack Flash". A mi en casi me daban ganas de llorar y hasta llegué a sentirme ofendido, como se sentiría Rouco Varela si en su presencia te meas en un crucifijo. La semana siguiente se atrevieron con otro clásico “My sharona” de los californianos The Knack. Preveía un despropósito similar al de las tres nenas con los Stones, pero Moritz y Leo hicieron una versión cuando menos digna del tema.

También hay espanto en GH8. Eso es precisamente lo que produce el comportamiento de Javier, Dani Rubio, Laura y Pulpi. Eso fuera de la casa se llama acoso y es muy políticamente incorrecto. A la dirección del programa no debía de parecerles muy bien el comportamiento de estos cuatro gilipollas porque cambió el sentido de las nominaciones para tumbarles la estrategia y diseñaron un sorteo de líder claramente condicionado y que les perjudicaba. Conclusión: tres de los cuatro nominados y la audiencia contenta. Que se vayan preparando para el recibimiento que les va a dar el público cuando abandonen el programa.

Deberes para el fin de semana: ver poco la tele y follar mucho.

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