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jueves, febrero 22, 2007

Una rana en una caja de zapatos

zapeado por zama


Parece para muchos que la tele y la literatura son enemigos acérrimos y que no pudieras comulgar con ambos a la vez. No me las voy a dar aquí de ávido lector porque no lo soy ni de coña. De hecho, llevo demasiado tiempo sin leer un libro del tirón y no dejando al segundo capítulo los pocos que empiezo. Pero que conste que me pasa también con los programas de la tele, las series, las pelis, los estudios, el trabajo, la limpieza del hogar, el deporte, la organización de eventos y festejos, los feeds de mi bloglines... No me centro.

Así que ni leo libros ni veo la tele, detalle este último que se nota en la densidad de actualización del blog. Pero este fin de semana me han bendecido con dos cosas. La primera es una noticia de las que llevaba tiempo esperando. Los tres Antonio Rico han decidido editar la antología de sus críticas en La Nueva España, y aunque en rara ocasión, (en concreto en 1, 2, y 3) hemos procedido a dar eco de noticias, entrevistas o críticas externas, la ocasión sin duda la merece.

Las críticas de Antonio Rico, de cualquiera de los Antonios Ricos que se esconden bajo el heterónimo, son los dos primeros minutos de lectura cada vez que puedo coger físicamente La Nueva España, ya que estúpidamente la versión digital del diario no tiene a bien incluirlas. Son ácidas y honestas como House, filosóficas y profundas como Punset, divertidas y surrealistas como Los Simpson y edificantes como cualquier documental de La2. Todo eso en una columna de 5 centímetros de ancho. Ahora por fin, podré librarme de la caja de zapatos con 2mil artículos recortados y tenerlos todos en un libro, con su encuadernación de simulpiel, bonito y barato, justo al lado de otro grande, Pepe Colubi y "La tele que me parió".

Y como abrir de boca del libro que pienso comprarme mañana mismo, aquí va la entrevista-presentación:


Antonio Rico lleva más de la década que abarca la antología «Teoría de la rana 1996-2005» (editorial Laria, Biblioteca de autores asturianos) practicando la crítica televisiva en LA NUEVA ESPAÑA, que no quiere decir, como bien matiza el autor, hablar mal, sino confrontar (en el buen y recto sentido), analizar y también aplaudir o censurar, según los casos, lo que acontece en las pequeñaspantallas, reflejo del mundo. ¿Por qué no entraron en este volumen las críticas anteriores a 1996? El autor implícito -Antonio Rico- no se pone de acuerdo. Los autores reales, que son José Manuel Errasti, Juan Jesús Alonso y Basilio Tomás Aramburu ofrecen distintas excusas, y arranca así la entrevista donde autor real e implícito se solapan en esa figura que es, al decir de los teóricos, el autor de ficción:

-Por fijar un período redondo, perjuicios del sistema métrico. Además, los primeros años están un poco borrosos, así que lo dejaremos a los historiadores. Lo que importa es que ya se está preparando la segunda antología, de 2006 a 2015, y que por eso seguimos trabajando en nuestra columna diariamente.

«Teoría de la rana», antología de los «En canal» publicados diariamente por este periódico, lleva ese título porque, según la argumentación de la contraportada, una rana introducida en agua hirviendo salta escaldada, pero no lo hace si el agua se calienta gradualmente. La parábola, dice Antonio Rico, ilustra lo que ha pasado durante esta última década con la televisión en España.

-¿Es para tanto?
-Bueno, la cosa no estaba tan bien hace diez años, pero empeoró y degeneró hacia el horror. Con excepciones, porque siempre hay algo estupendo que ver en la televisión. Pero sólo hay que fijarse en las cosas que se pueden contar a un chaval de 15 años: que antes no había tele por la noche, que antes decían que con las televisiones privadas aumentaría la calidad, y ahí es cuando se parten de risa... En general, se puede resumir con que la televisión temática ha mejorado muchísimo y la generalista, no, con un factor que influyó mucho en las televisiones temáticas para quemejoraran, que es que antes no existían. En los últimos años, por hacer otro resumen, hemos tenido los mejores y los peores programas de la historia.

-Las series sí han mejorado.
-Y han sustituido al cine. Con la desaparición de las series de 25 minutos, las nuevas se han convertido en la gran producción de la industria. Tienen a los mejores guionistas del mundo, lo producen las propias cadenas, funcionan en pantalla, resultan baratas.

-En el «debe» televisivo, ¿qué géneros marcaron el declive?
-El género rosa. Primero fue «Corazón, corazón», que sería como el «Hola». Luego el «Qué me dices», con tono más irónico... Pero es que la teoría de la rana es incompatible con hitos, ha sido todo progresivo, la temperatura no subió de golpe cuarenta grados para que saliéramos escaldados. Aunque hubo programas que sí la hicieron subir tres, como «La máquina de la verdad».

-Que ahora vuelve en forma de polígrafos (y no nos referimos a Jovellanos).
-Claro, se trata de poner el pie en un lugar que ya está pisoteado, una vez se alcanza un nivel de telebasura, ya no hay marcha atrás. La excepción quizás es Buenafuente respecto a Sardá.

-Al que, sin embargo, defendían al principio.
-Sí, tenía razón Javier Blanco, que nos decía «ya veréis, ya veréis». Al final Sardá resultó tener menos talento del que aparentaba. Empeoró mucho cuando se le acabó la competencia con Navarro y marcó el bajón cuando el programa fue altavoz de «Gran hermano», que era como montar un circo y pretender que no te salpicara, como el payaso listo. Es culpable de traicionar al proletariado.

-¿Y eso?
-Hay que tener cuidado en poner a dos a que se peleen a cara perro a la hora en que vienes de trabajar y sólo quieres descansar antes de irte a dormir. También hay que recordar que hay programas malos que hacen más daño porque están muy bien hechos, como «Supermodelo». No es lo mismo un buen programa que un programa bueno.

-¿A la tele le quedan dos telediarios?
-Los chavales ya ven «House» o «Prison Break» cuando quieren, antes de que llegue la televisión bajo demanda ya lo sabemos hacer mucho mejor pirateándolo. Pero la tele seguirá en el directo. Un Madrid-Barça no te lo puedes bajar de internet.

-Platón es uno de los más citados de su libro. ¿Por qué tanta filosofía para ver la tele?
-Por la profesión y porque todo se puede explicar con los Simpsons y Platón. Cuando empezó la columna de el «En Canal» creímos que hablar sólo de televisión nos cansaría. Pero es que todo pasa por la televisión. Así que puedes hablar de todo. Y la filosofía da claves que nos iluminan. Además, Platón, hoy, no haría crítica de televisión. Haría televisión.

¿Y hasta aquí el post? ¿Tres semanas de dique seco para esto? Pues no, porque como bien antes dije este fin de semana me han bendecido con dos cosas. La segunda es una estupenda camiseta con el dibujo que figura en la parte superior, leiv motiv de mi vida a partir de este mismo momento. Si Platón siguiera vivo, haría televisión y tendría esta camiseta.

lunes, febrero 05, 2007

La hipótesis Gala

zapeado por zama


Probablemente sólo haya una cosa más genuinamente gay que organizar un fiesta para ver la ceremonia de los Oscar: organizar una fiesta para ver el festival de Eurovisión. Puede que parezca que el comentario no viene a cuento y que hasta tiene cierto tufillo homófobo. Nada más lejos que Cuenca y a pesar de que me pueden sermonear con el "excusatio non petita, acusatio manifiesta", me pongo la venda antes de hacerme la herida: este no es un post homófobo. Ni heterófobo.

Me pregunto entonces, ¿qué posicionamiento sexual tiene una persona que organiza una fiesta para ver la gala de los Goya? Indudablemente, no se puede afirmar con total rotundidad que sea tan gay como alguien que anima a Las Ketchup en la ronda de votaciones con una banderita en la mano y una tarta de fresa en la mesa de centro, pero tampoco es tan macho como alguien que llama a sus amigotes para cenar pizzas, cerveza y ver la final de la Liga de Campeones.

Así pues, ya tenemos todos claro que la gala de los Goya no es ningún método ciéntifico de asignación de identidad sexual. Puedo seguir hasta el infinito diciendo aquellas cosas para las que no sirve una gala de los Goya u optar por definir para qué sirve. Pues además de para premiar a los artistas y científicos de la academía de las artes y las ciencias cinematrográficas, los Goya tienen básicamente dos fines sociales:

- Rellenar cuatro horas de televisión.

- Proporcionar argumentos para poner a parir a la academia de cine y al presentador de la gala por el coñazo perpretado.

Tras bastantes días de reflexión y de alimentación opinativa de distintos medios, he llegado a la conclusión de que este año estas acciones desinteresadas no han sido cumplidas ni por asomo. La gala rellenó tan solo 3 horas y media, en virtud de la política del acojone diferido: se anunció a bombo y platillo que la gala se iba a emitir con delay y que todos aquellos que se excedieran en su discurso de agradecimiento serían convenientemete eliminados en la sala de montaje. El resultado: los premiados pasaron ante el micro como centellas, que casi casi no agradecían ni a sus padres el hecho de haberles parido. Bien, bravo, me parece excelente. El año que viene pongamos un francotirador en la platea y al que se exceda del minuto y medio, tiro de advertencia en la rodilla.

El otro fin sin ánimo de lucro, el de los argumentos para el escarnio de academia y presentador, se me antoja contradictorio con la situación de años anteriores. Baterías de críticos y hordas de opinadores lanzaban siempre sus más mordaces ataques contra la gala: que si vaya aburrida, que si qué mierda de guión, que si hay que ver que poco sentido del espectáculo, que cuanto nos queda por aprender de los oscar... y así un sinfín de frases tipo del estilo de "el fútbol es asín". Pero oh sorpresa, este año unanimidad en que la gala ha estado muy bien, el presentador un hacha y todo de color de rosa. Pues qué quieren que les diga, ni tanto ni tan calvo.

Ni tanto porque parece que no recordamos cuando la gala la presentaba estupendamente Rosa María Sardá o el Wyoming y sólo parece venir a la memoria los torpes intentos de Cayetana. Y ni tan calvo porque, sí, Corbacho nos cae bien a todos y "Homo zapping" era un gran programa, pero ¿de verdad alguien cree que el guión era ingenioso? ¿Es que acaso eran divertidas las parodias de películas? Pues si alguien así lo cree, se lo quito de la cabeza, porque está terríblemente equivocado. A lo mejor es que la capa de maquillaje que llevaba Corbacho no me dejó ver el divertido transfondo de parodiar "Salvador" con un tío que juega a baloncesto mientras Andrés Montes grita "ratatatatá". A lo mejor es eso, o a lo mejor es que no tenía ni puta gracia.

Mención aparte es el tema de la actitud de entregantes y premiados. ¿Por qué Nawja Nimri y Dani "el-cardo-del-lotto" Martín ni siquiera sabían que tenían que dar dos premios? ¿Unos "artistas" que no se acuerdan de su guión tienen como culmen de la improvisación la frase "no nos acordamos del guión, con lo que los nominados son...". ¿Por qué Bebe tiene que salir al escenario con una cámara de "Caiga quien caiga"? ¿Alguien se imagina a Julianne Moore subiendo con una cámara a recoger el Oscar (salvando todas las distancias)?

En fin, que a mi, por extraño que parezca, me gusta la gala de los Goya, pero la diferencia notable entre años anteriores y éste no la he visto por ningún sitio. Es un hecho objetivo que ha sido más corta, es incontestable que la ha visto más gente, pero las críticas de años anteriores y su ausencia en éste se debe, a mi entender, a un puro y llano criterio de odios personales.

Trataré de corroborar todo esto el año que viene, momento en el que organizaré una fiesta en mi casa con pizzas y cerveza para ver la gala. A ver si así me vuelvo bisexual.

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