Superniñera

Hace unos días en este blog se hablaba de Supernanny y se comentaba un aspecto de este programa que lo diferencia de la mayoría de otros reality.
Como ejemplo el programa del pasado viernes. Supernanny acude a la casa de una mujer joven, Arancha, que tiene dos hijos Victor y Oscar de unos 4 y 2 años. Vive en un piso modesto y está separada.

La niñera de la tele observa la convivencia casera, propone soluciones a los problemas que detecta y ayuda a la familia a ponerlas en práctica. Sus consejos son bastante razonables y su sangre fría admirable. En un momento del programa el niño mayor Víctor, un pequeño cabroncete, amenaza a Supernanny: “¿Sabes que yo cuando estoy muy enfadado ... me lío a patadas?”. Ella, inmutable, se limita a irse a otra habitación.

¿Dónde vive Arancha con sus hijos?, ¿cómo se gana la vida?, ¿quién es su familia?, ¿el padre, porqué no está?. No lo sabemos, y lo más importante: no importa. Esta familia protagoniza esa hora de televisión... y nada más.

Supernanny responde mejor a la definición de espectáculo de realidad. La observación de un fenómeno interfiere en el mismo, y la presencia del equipo del programa en la casa afecta a la vida normal. Pero lo que vemos aquí es más real que lo que muestran los grandes hermanos y todas sus subespecies.
Cuatro continuó la noche del viernes con la genial ¿Qué hecho yo para merecer esto?. Entre Supernanny y Almodóvar, en Antena3, Isabel Pantoja ponía firmes a los “periodistas” de Dónde estás corazón a cuento de unas cuentas... las de su casa. ¿más telerealidad?. No, circo. Para realidad, la que se mostraba de nuevo en Cuatro con Almodóvar.