¿Quién sabe dónde?

Más pronto que tarde regresará "Perdidos" a TVE. Y ya no tendreis excusas, ya no podreis decir que la tele es una mierda. Y jamás debería volver a oirse que la TVE no ofrece un servicio público porque a Dios pongo por testigo que matar esta angustia que me corroe desde que terminó la primera temporada es un bien social.

La sinopsis de "Perdidos" es, a simple vista, sencilla: un avión se cae en una isla y unos cuantos pasajeros sobreviven. Podría parecer una versión adulta de "El señor de las moscas", o un ejercicio de supervivencia al estilo de "Robinson Crusoe", o una revisión de "La isla de Gilligan" o de "Perdidos en el espacio". Pero no es nada de eso. Es una serie de misterio e intriga que-te-cagas.

Como se puede deducir del hecho de que ahora mismo esté en curso la segunda temporada en EEUU, los supervivientes al accidente no son rescatados y, a pesar de sus denodados esfuerzos por hacer llegar una señal al exterior, lo único que obtienen son acojonantes resultados.

Con base en múltiples personajes principales, la trama de su estancia en la isla y los misteriosos misterios que la envuelven se salpica con retazos del pasado de las vidas de cada uno de ellos, lo que da la perspectiva para conocer sus circunstancias y, como no, para acentuar el lado intrigante del asunto.

Espero que TVE sea lo suficentemente inteligente como para programar como anticipo a la segunda temporada un resumen que sintetice todo lo que quedó abierto en la primera. Si no es así, auguro un bacatazo de audiencia importante. Para disfrutar de la serie es casi imprescindible conocer de donde viene todo y, teniendo en cuenta de que las descargas por internet funcionan que es un primor y que la FOX ya está emitiendo desde hace un mes los nuevos capítulos, difícil tiene la tele pública conseguir a los fans más acérrimos. Así que deberá volcarse en obtener nuevos espectadores.

Por si los poderes públicos no hacen esta importante labor, aquí esta tvzap para cubrir el hueco. Parte de los temas, que no todos, pendientes de resolución son:

- ¿Ha sobrevivido alguno de los pasajeros que iban en la cola?
- ¿Quienes son Los Otros y por qué se han llevado al niño?
- Dios mio de mi vida, ¿qué significan los números? ¿por qué estaban en la transmisión por radio desde hace años, por qué ganó Hurley con ellos la loto, por qué están grabados en la escotilla? ¿4, 8, 15, 16, 23, 42?
- ¿Por qué el niño parece ser medio medium?
- ¿De dónde salen los osos polares?
- ¿Qué es el sistema de seguridad y por qué se come árboles?
- ¿Cómo se quedó paralítico Locke? ¿Por qué después del accidente ya no lo era?
- ¿Qué le pasa al niño recién nacido?
- ¿De qué murieron los franceses 16 años atrás?
- ¿El vuelo era de Sidney a Los Ángeles o al revés?
- ¿Dónde está el cadáver del padre de Jack?
- ¿Se van a salvar los 3 integrantes de la balsa después de que Los Otros les metieran el bombazo?
- ¿Qué coño pinta el barco de esclavos en medio de la isla? ¿Y el avión de los narcos nigerianos?

Pero por encima (o por debajo) de todo, ¿qué hay tras la escotilla? ¿Esperanza, como dice Locke? ¿Spoilers? ¿Un pack de DVD's con miles de extras? ¿Unos cuantos programadores inteligentes? ¿El guión del último episodio?

Agh, que angustia. Advertencia: no se admiten comentarios que me destripen los misterios.

Operación retorno

Si te pasaras desde el nacimiento encadenado en una caverna donde sólo pudieras mirar hacia una pared, en la cual se proyectaran las sombras de las personas que pasen por la entrada de la gruta y las de los objetos que transportan, serías el protagonista del mito de la caverna de Platón, alegoría que me viene al pelo.

En mi día a día vivo encerrado en la caverna del prime time nocturno, por lo que pienso que todo el universo televisivo está poblado de series interesantes y de partidos de la Champions. Así que, salvando extrañas amenazas en forma de "Mira quien baila", considero a la tele como un ser bondadoso.

Pero cada vez que me quedo de vacaciones, me libero de las esposas que me encadenan a la franja nocturna y descubro otros husos horarios. Y esta semana santa me dado de bruces con una realidad que las autoridades nos tienen oculta: a lo largo de las mañanas y las tardes la tele regresa al pasado.

Los lagartos de "V" (mañanas de Cuatro) pretenden nuevamente invadir la Tierra y acabar con las plagas de roedores, a la vez que expolian los recursos naturales y someten a la humanidad a prácticas de lavado cerebral. El lunes me llevé un alegrón al descubrir a Diana comiendo ratas gigantes, pero tras dos capítulos me di cuenta de que los trajes rojos y las pistolas de rayos habían envejecido bastante mal, por lo que me pasé a "El programa de A.R."

La protagonista de este programa no es la mencionada A.R., la cual no aparece por ningún sitio, sino la mujer de un importante torero que, presuntamente, ha cometido un delito de falsedad documental. El asunto se enrevesa porque la susodicha también ha perdido un móvil, cuyo contenido nadie desvela, pero que se intuye comprometido. El asunto es tan críptico que me pierdo y en otro zapping feroz me retrotaigo a los noventa y veo "El príncipe de Bel Air".

Will Smith y su primo tienen las mismas desventuras que Antena 3 nos ha contado cientos de veces y empiezo a estar ya cansado de este día de la marmota vacacional. Pero la cosa no ha hecho más que empezar. Ni siquiera tengo refugio en el cine, ya que sólo se programan pelis de romanos (romanos en apogeo, romanos en declive, romanos en circos, romanos contra cristianos... ) y "Pretty Woman".

Para colmo de males, "Aquí hay tomate" dedica monográficamente sus reportajes de actualidad a una periodista presuntamente lesbiana fallecida hace diez años. Los viajes en el tiempo ya me están mareando y decido mandar a la mierda a la tele hasta el final de la semana. Cuando decido que estoy recuperado, pero con el temor de las experiencias previas, decido ver lo único que sigue permanentemente inmóvil por muchos años que pasen: la iglesia.

Y allí veo al señor Rouco Varela, que tiene nombre de árbitro murciano, presentando la gala de cierre de la semana y a una señora vestida de verde leyendo nada más y nada menos que el Génesis, el no va más de los viajes en el tiempo. Y descubro con estupor que el supuesto creador se inventa los animales domésticos antes que el ser que los domestica.

Me vuelvo a mi caverna y ya me inventaré yo la realidad que me plazca.

Superniñera

Hace unos días en este blog se hablaba de Supernanny y se comentaba un aspecto de este programa que lo diferencia de la mayoría de otros reality.
Como ejemplo el programa del pasado viernes. Supernanny acude a la casa de una mujer joven, Arancha, que tiene dos hijos Victor y Oscar de unos 4 y 2 años. Vive en un piso modesto y está separada.

La niñera de la tele observa la convivencia casera, propone soluciones a los problemas que detecta y ayuda a la familia a ponerlas en práctica. Sus consejos son bastante razonables y su sangre fría admirable. En un momento del programa el niño mayor Víctor, un pequeño cabroncete, amenaza a Supernanny: “¿Sabes que yo cuando estoy muy enfadado ... me lío a patadas?”. Ella, inmutable, se limita a irse a otra habitación.

¿Dónde vive Arancha con sus hijos?, ¿cómo se gana la vida?, ¿quién es su familia?, ¿el padre, porqué no está?. No lo sabemos, y lo más importante: no importa. Esta familia protagoniza esa hora de televisión... y nada más.

Supernanny responde mejor a la definición de espectáculo de realidad. La observación de un fenómeno interfiere en el mismo, y la presencia del equipo del programa en la casa afecta a la vida normal. Pero lo que vemos aquí es más real que lo que muestran los grandes hermanos y todas sus subespecies.
Cuatro continuó la noche del viernes con la genial ¿Qué hecho yo para merecer esto?. Entre Supernanny y Almodóvar, en Antena3, Isabel Pantoja ponía firmes a los “periodistas” de Dónde estás corazón a cuento de unas cuentas... las de su casa. ¿más telerealidad?. No, circo. Para realidad, la que se mostraba de nuevo en Cuatro con Almodóvar.

Mujer tenías que ser

A veces tengo la impresión de que indexo los acontecimientos de mi vida a los programas o retransmisiones televisivas que emitían cuando sucedieron. Esto, que para otros puede ser un aspecto triste, me parece una indudable ventaja, ya que puedo datar con exactitud atómica cuando ocurrieron los hechos que cambiaron mi vida.

De esta manera, no recuerdo las vacaciones del verano pasado por el sitio donde me fui de viaje, o por las fiestas populares en las que me emborraché, sino porque fue el verano de "Mujeres desesperadas". O por lo menos la época en la cual yo me tragué la primera temporada directamente volcada del emule. Tras un par de capítulos de su segunda temporada en TVE (jueves noche), destripémosla convenientemente.

"Mujeres desesperadas" comenzó en su día con lo que podemos llamar un principio inquietante. La narradora de la historia nos cuenta los pequeños detalles que llenan su vida: presenta a su cuarteto de amigas, explica las labores del hogar que realiza cotidianamante, habla de las intimidades de algún que otro vecino y por último se mete un tiro en la cabeza y se vuela la tapa de los sesos. Tras el impacto inicial, la cabecera y la sintonía de Danny Elfman, nos damos cuenta de que no estamos ante una serie del montón.

Mezcla comedia con intriga, deshechando el drama. Las muertes son barnizadas con humor, al estilo de la nunca suficientemente ponderada "A dos metros bajo tierra". Siempre hay alguna que otra trama oscura que mantiene en vilo y sirve para enlazar los capítulos.

Tiene un plantel extenso de personajes principales (de la primera temporada han desaparecido tantos que no soy capaz de determinar el número), aunque el peso de la serie recaiga sobre las propietarias del título, cuatro mujeres que comparten barrio y amiga suicida.

La serie le da oxígeno a los jueves para aquellos que quieran prescindir de la comedia española de la infantil "Los Serrano" o de la sobada "Aquí no hay quien viva".

Pero a pesar de las indudables virtudes, la serie tiene algo que me patina. No sé que es, puede que el humor no me llegue del todo, o que las tramas intrigantes se alarguen demasiado, o que el universo del femenino desespero no me toque hormonalmente. Pero el caso es que, aun siendo referencia de un periodo de mi vida, creo que lo ha hecho con trampa. Y el truco está en que no recuerdo el verano de 2005 como el de "Mujeres desesperadas". La conexión mental apropiada es que "Mujeres desesperadas" es la serie que veía en el verano del 2005 cuando descansaba de ver "Perdidos".

Pero esta, obviamente, es harina de otro costal y se merece un post aparte. O quinientos. Próximamente en tvzap.